Este sugestivo título nos presenta la sonoridad de tres gotas de agua que caen sobre dos cuerdas acústicas de diferentes tonalidades y la otra directamente sobre una bombona de vidrio, cada una instalada en una torre independiente y con un sonido propio que se modula desde la llave de los embudos de vidrio donde se contiene el agua, produciendo una melodía monocorde en cada caso, pero que en conjunto crea un acorde (consiste en un conjunto de tres o más notas diferentes que suenan simultáneamente y que constituyen una unidad).

 

Su sonido es triste, melancólico. La obra nos remite a las lágrimas y a las relaciones amorosas, donde el tercer sujeto, en este caso la gota que no cae sobre las cuerdas, sería el sujeto motivador de la escena. Las cuerdas remiten a lo vocal en el ser humano, y por tanto a su discurso, al lenguaje, donde se expresan los sentimientos y emociones. A manera de clepsidras, los embudos de agua con su agotamiento y provisión permanente durante el tiempo de exposición parecen remitirnos al paso del tiempo y su peso en la condición humana. Esta obra fue comisionada para el proyecto curatorial Resonancias, a partir de una primera instalación de Guillermo Marconi, exhibida en ArtBo.